Tuesday, July 12, 2011

…y la historia sigue…


Además, como que vivo en Chile, olvidé que el enero no es la estación para ir a la playa.  Asi que, de repente, yo estaba en Oslo durante el medio del invierno y mi guía turística, osea mi Biblia azul sin lo cual no puedo movearme sin miedo, era por un otro país.  Realmente, yo era perdida, pero como que no quería admitir que era equivocada, no pedí ayuda de nadie.  Antes que nada, fui al baño donde me puse dos trajes de baño y usé mi toalla como una chaqueta.  Salí del aeropuerto sin saber donde iba a ir.  Conseguí un taxi y dije al conductor, “Tomáme al centro de la cuidad!” (usé el poco de Inglés que recordaba de colegio, y gracias a dios la mayoría de la gente en Europa tiene la capacidad de hablar al menos un poco de Inglés).  Me dejó en la plaza de armas de Oslo, donde había una feria de abrigos al lado de una conferencía de empresas que fabrican gorras.  Luego, empezó de nevar y elejí de juntarme con la desfile de los muñecos de nieve que habría crecido de la terra (o que habría caído del cielo, no estoy segura).  En vez de ser la duquesa de los castillos de arena, volví el comodín de los muñecos de nieve, y aún estoy bailando en las calles blancas con ellos.

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